Desde el ahorro en la compra de alimentos y productos básicos, como aceite, carne o leche; hasta la reducción en el consumo de servicios básicos, Europa está experimentando un cambio radical en su realidad económica. En las últimas décadas, una gran parte de la población comenzó a empobrecerse.
El poder adquisitivo de los europeos se modificó drásticamente, alejándose de la imagen de prosperidad que siempre tuvieron. Con un gasto en consumo en caída libre, el viejo continente cayó en recesión a principios de año, reforzando una sensación de declive económico y político que comenzó a principios de siglo.
La situación actual de Europa viene de un largo proceso que aún continua desarrollándose, y que tuvo su pico con la pandemia por Covid-19 y la reciente guerra entre Rusia y Ucrania. Con las cadenas de suministro globales afectadas, y los precios de la energía y los alimentos aumentando sin parar, las crisis agravaron los problemas que llevaban un largo tiempo en la trinchera.
La industria exportadora del continente supo ser un caballo de batalla para mejorar la producción, pero los costos de energía y la inflación -que no eran tan altos desde la década de 1970- dificultan la ventaja de precios en los mercados internacionales. Las exportaciones representan un 50% del PBI de Europa, por lo que la falta de comercio global los afecta de forma trascendente.
Por otro lado, el consumo privado disminuyó alrededor del 1% desde finales de 2019, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En este marco, los salarios disminuyeron aproximadamente un 3% desde 2019 en Alemania; un 3,5% en Italia y España; y un 6% en Grecia.
La situación del continente europeo lo están volviendo menos atractivo para empresas, que están realizando una parte cada vez mayor de sus ventas en América del Norte.
La competencia de EEUU en la economía europea
A diferencia de Europa, la economía de Estados Unidos (EEUU) creció un 82% en los últimos 15 años, según datos del Fondo Monetario Internacional. Esto deja a los países promedio de la UE más pobres por cabeza que todos los estados de EE. UU. excepto Idaho y Mississippi.
Respecto de la gran dependencia que tiene Europa del comercio global, EEUU sólo depende un 10%, lo que lo deja en una posición mucho menos debilitada que su competencia.
Frente al mercado laboral, EEUU tiene una solidez que permite que los ingresos hayan aumentado casi un 9% en los últimos años, mientras que los salarios reales subieron alrededor de un 6% en el mismo período, según datos de la OCDE.
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