Balance y anécdotas de la primera parte del juicio a Los Monos

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07-01-2018 | JUDICIALES | ROSARIO
Balance y anécdotas de la primera parte del juicio a Los Monos

En los primeras jornadas del debate las partes se centraron en la existencia o no de una asociación ilícita dedicada a la comisión de varios delitos.

Momentos del juicio

El enjambre de periodistas aguarda, impaciente, el arranque del juicio oral más esperado de los últimos años. Colman la tribuna, se amontonan sobre la alfombra de un salón a estrenar en el flamante Centro de Justicia Penal. Un centenar de policías vigila el moderno edificio de vidrio y cemento en un despliegue a tono con el caso. En la prisión del subsuelo, ocho presos a los que llaman Los Monos se desnudan. No quieren subir a la sala de audiencias. Reclaman en medias y calzoncillos: no van a pasar la noche en esas celdas sin terminar, quieren volver al penal de Piñero. El conflicto se zanja a las tres horas. Los presos se visten, llegan escoltados al segundo piso, se ubican en asientos con sus nombres y posan tolerantes para las fotos. Tres jueces suben a un estrado de madera que aún huele a nuevo y entonces sí: empieza la función.

Como el guión de una serie, pero en la vida real, esa fue la primera escena del postergado juicio oral y público a Los Monos. Aquel inicio de película a fines de noviembre, en el corazón de barrio Hospitales, dio paso a 21 jornadas extenuantes entre fiscales y abogados de 25 acusados: 13 de ellos son empleados de fuerzas de seguridad, los otros son civiles.

Dentro del llamado "núcleo duro" de la banda están sentados, como jefes, el padre y dos hermanos de la familia Cantero de barrio Las Flores: "El Viejo", "Guille" y "Monchi". Sus apodos se conocen más que sus nombres. Sus familiares más directos también están acusados, aunque en libertad, de actuar como testaferros o acopiar bienes obtenidos con medios ilícitos. Sobre los policías pesa la sospecha de haberles filtrado datos.

Tras ese debut accidentado con los presos sacándose la ropa, el juicio entró en su dinámica. Los fiscales pidieron penas de 24 y 41 años para los dos principales acusados, "Guille" y "Monchi". Los defensores apuntaron a la raíz de la causa reclamando que se anule porque la investigó un juez parcial. Durante las siguientes jornadas desfilarían policías, testigos, peritos, abogados, contadores, gestores, periodistas. Habría declaraciones de color político que repercutirán más allá de la sala y otras, dichas afuera, que impactarán adentro. Los imputados, cada uno con su perfil, elegirán sus momentos para defenderse y decir lo suyo.

Primera etapa

La primera parte del juicio a Los Monos buscó esclarecer el funcionamiento de una presunta asociación ilícita cívico-policial destinada al negocio de la droga; pero también a la violencia, el acopio de armas, las amenazas y los homicidios. Ese tramo del debate se extendió entre el 21 de noviembre y el 28 de diciembre pasados. Feria judicial mediante, las audiencias se reanudarán en febrero para discutir cinco homicidios achacados a la banda. El final se prevé para mediados de abril.

A lo largo de esas 21 jornadas, la Fiscalía encabezada por Gonzalo Fernández Bussy y Luis Schiappa Pietra se aplicó a demostrar qué es una asociación ilícita y cómo funcionaba en este caso: sus miembros y roles, la estructura interna, los negocios, el circuito del dinero negro, el poder de fuego del grupo.

Su principal evidencia fueron las escuchas telefónicas captadas al grupo, ordenadas en abril de 2013 por el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna quien, a partir de informes policiales, consideró que la familia Cantero habría ordenado el crimen de Martín "Fantasma" Paz. Un prestamista acribillado el 8 de septiembre de 2012 en Entre Ríos y 27 de Febrero.

Las defensas (con Fausto Yrure, Carlos Edwards, Adrián Martínez y Carlos Varela al frente) se plantaron en un fuerte ataque a la figura del juez instructor. Como sostienen desde un principio, plantearon que no fue imparcial sino que actuó impulsado por una supuesta amistad con el mánager de boxeo Luis Paz, el padre del "Fantasma". Se enfocaron en dos viajes a Estados Unidos que el juez realizó, con los mismos destinos que Paz, para presenciar veladas pugilísticas en abril y diciembre de 2013.

Hablaron también de un contexto político que reclamaba más acción contra el narcotráfico durante el gobierno de Antonio Bonfatti, golpeado tras la caída del jefe de policía Hugo Tognoli por tráfico de drogas. En una estrategia de ruptura, no pidieron absoluciones sino que atacaron la legitimidad del juicio. Consideran que todo parte de prueba viciada, que todo es nulo.

La tribuna

Esa batalla jurídica tuvo momentos álgidos. La palabra "objeción" sonó con insistencia agotadora, lo que llevó a disputas tecnicistas que aletargaron el debate. Sin público en la sala por cuestiones de seguridad, el juicio siguió su propio libreto pero atento al nutrido grupo de cronistas que lo seguía desde el balcón. Las pruebas se ventilaban para el análisis estricto que harán los jueces Ismael Manfrín, Marisol Usandizaga y María Isabel Más Varela. Pero también como ofrenda al palco asignado a la prensa.

A los que cargan con el mote de Los Monos, curiosamente, casi nadie los llamó así. Sí lo hicieron sus abogados en sus alegatos, cuando plantearon que la causa erigió a sus clientes en "enemigos públicos" y en una suerte de encarnación del mal que justificó una caza de brujas. Los testigos policiales se cuidaron de llamarlos bajo ese rótulo que trascendió los límites de la ciudad. Aludieron al grupo como "Los Cantero", a secas.

Así, el tardío juicio para definir la situación del grueso de los acusados (otros once imputados ya pactaron penas que rondan los tres años de prisión en un abreviado de 2014) transcurrió sin grandes sorpresas. Aunque ofreció episodios atractivos para el consumo público (la declaración de Luis Paz) o de impacto institucional (los dichos del comisario Gustavo "Gula" Pereyra el último día) los ejes del debate no se corrieron de lo previsto. Estos fueron algunos momentos destacados de esos 21 días:

• Comedia de enredos: No faltaron equívocos de comedia. Estaba por finalizar la declaración de Luis Paz. Un hombre que lo había escoltado hasta la sala escuchaba la declaración de pie, casi de incógnito, al lado de los tres jueces. De pronto el abogado Sergio Larrubia interrumpió a Paz para decir que una persona citada como testigo estaba dentro de la sala cuando las normas del juicio oral lo prohíben. Es que ese hombre era el ex jefe de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE), Adrián Forni, que acompañaba a Paz como encargado de la brigada de protección de testigos. Se tuvo que ir de la sala.

El 13 de diciembre llegó a declarar Alejandro Elías, director de Análisis Patrimonial del Ministerio de Seguridad, para dar cuenta de un informe sobre las propiedades que la familia Cantero tenía a su nombre y de testaferros. Cuando el juez Manfrín lo llamó a la sala, se informó que el testigo había tenido un "entredicho" con un policía. Inexplicablemente, había entrado a otra sala donde el público sigue el juicio en pantalla y presenciado las declaraciones anteriores, cuando los testigos deben permanecer incomunicados antes de declarar. Se admitió que reconozca su firma en el informe.

El 18 de diciembre los jueces llamaron a declarar al testigo Fabricio Rafael F. El secretario del tribunal contó entonces que al citarlo por teléfono había obtenido esta respuesta: "Tengo 90 años. Yo no conozco a esa gente, ni siquiera de los diarios. Vaya a molestar a otra persona". La carcajada general comenzaba a apagarse cuando, sorpresivamente, el testigo entró en la sala sin un atisbo de vejez. Joven, enérgico, dispuesto, se acercó al micrófono y aclaró el enredo: "Soy abogado y trabajo en la policía. Me llamo igual que mi papá".

• El padre del Fantasma: El testimonio público de Luis Paz era de los más esperados. El padre de Martín "Fantasma" Paz, cuyo asesinato dio origen a la causa, llegó el 5 de diciembre ultra custodiado y dijo que ansiaba el momento de declarar: "Perdí media vida. La otra media la voy a ocupar en demostrar que mi hijo no se quedó con ninguna plata".

Es que, según la hipótesis policial, Los Monos habrían ordenado el crimen porque le habían entregado a Martín 10 millones de pesos para la compra de autos que éste invirtió en un cargamento de cocaína confiscado en Salta. "Hay 200 homicidios por año en Rosario, y no lo puedo probar, pero la mitad pertenece a esta gente. Tienen que estar contentos de que sólo les endilgan cuatro o cinco. Han matado a medio Rosario".

• El ventilador de "Gula": Es el policía de mayor rango entre los 13 acusados. El comisario inspector Gustavo "Gula" Pereyra tenía a su cargo una brigada que recolectaba datos de calle para la disuelta Secretaría de Asuntos Complejos. En una causa aparte, sus ex jefes Ana Viglione y Andrés Ferrato fueron acusados por mentir sobre las tareas que realizaba "Gula". El jefe policial esperó a la última audiencia para despacharse con una declaración de alto impacto: "La Brigada de Judiciales (que investigó a Los Monos) estaba recaudando y los querían poner a Luis Medina (empresario narco asesinado) y Esteban Alvarado (preso por robo y desguace de autos) para que manejaran todo. Pero (desde el gobierno) había que sostener a diestra y siniestra a la Brigada. Políticamente había dos líneas: Una que quería recaudar y otra que no. Se ve que ganó una y sacrificaron a los peones".

• Cruces : Celebrado por referentes del Ejecutivo provincial como "el fin de la impunidad", el juicio generó más de un cortocircuito de los implicados con el arco oficialista. "Es muy grave que los presos decidan su lugar de detención", dijo el ministro de Justicia Ricardo Silberstein el primer día. Los abogados de Los Monos le dijeron que intentaba llevar al tribunal "contra el alambrado".

Sobre fin de año, el ex gobernador Antonio Bonfatti salió al cruce del comisario "Gula" Pereyra: "Que tiren caca para todos lados. Estoy tranquilo. No me preocupan las declaraciones de quienes recibieron pedidos de prisión de 40, 30 y 25 años, que recusan a los jueces, que atacan a la procuración de la Corte, al juez, a mí. Están presos por asociación ilícita, por crímenes, por tenencia de armas de guerra".

Fuente: SM – La Capital

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