Los ocho imputados por el crimen de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado en Villa Gesell el 18 de enero de 2020, se mantuvieron siempre en silencio. En estos tres años que estuvieron detenidos, los acusados nunca quisieron hablar públicamente y, de hecho, parte de su estrategia tiene que ver con eso.
Lo mismo hicieron sus familiares, quienes muy pocas veces respondieron ante alguna pregunta de la prensa. Lo que pretenden los rugbiers, al menos hasta ahora, es mantener un pacto de silencio.
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Ninguno quiso diferenciarse, ni dar detalles, ni tampoco explicar lo que pasó esa noche en que golpearon a Fernando, aún cuando no todos cumplieron los mismos roles. En ese sentido, lo que algunos cuestionan es por qué los jóvenes menos complicados siguen al lado de aquellos que están señalados como quienes le pegaron hasta la muerte a la víctima.
Los ocho rugbiers tienen el mismo abogado defensor casi desde el primer día y, con él, es que ahora enfrentan el debate. El juicio que empezó el pasado 2 de enero en la ciudad de Dolores avanza tal como lo estipulado.
Hasta ahora, declararon los amigos de Fernando que presenciaron el hecho, los primeros policías que llegaron a la puerta del boliche Le Brique, los patovicas que vieron el ataque, una joven que le hizo RCP, los policías que detuvieron y allanaron a los rugbiers y los padres del fallecido, entre algunos otros más.
La estrategia de los rugbiers
Durante las diferentes audiencias, a los rugbiers se lo vio unidos y con ganas de participar. Cuando tuvieron dudas sobre algunas cuestionen que se relataron durante las jornadas, consultaron a Hugo Tomei, su abogado. En una ocasión, el letrado no dudó en pararse y, aunque un testigo estaba declarando, se acercó a sus defendidos y les dio algunas indicaciones.
Por ejemplo, en una oportunidad les pidió a todos que prestaran atención sobre el video del ataque, el cual estaba siendo reproducido para que uno de los testigos señalara algunos detalles en él.
Además de la confianza que depositan en Tomei, los sospechosos se apoyan mucho en la abogada Emilia Pertossi, hermana de Luciano y Ciro, y la persona que trabaja en el caso junto al defensor.
Si bien ella no participa durante el debate y cumple el rol de asistente, lo cierto es que sí mantiene un dialogo fluido con los rugbiers y sus padres. En los cuartos intermedios, que hay al menos dos por jornada, la joven de 25 años suele pasar el rato con los allegados de los imputados y con su propia madre, María Cinalli, quien no se pierde ninguna de las audiencias.
Más allá de que Tomei no va a contar públicamente cuál es la estrategia que tiene pensada para defender a los acusados, durante el juicio se puede dilucidar a dónde apunta y qué pretende.
Por ejemplo, a más de un testigo el abogado le preguntó especialmente cómo le habían tomado el pulso a Fernando en el momento en que estaba inconsciente tirado en la vereda tras la golpiza y si lo habían movido para intentar ayudarlo.
A otros, le consultó qué tipo de maniobras habían realizado cuando le hicieron RCP. A uno de los amigos del joven también le preguntó si esa madrugada del crimen hacía mucho frío, ya que el joven declaró que como Báez Sosa estaba con el torso al descubierto, lo cubrieron hasta que llegaran los primeros auxilios. Su cuestionamiento no es inocente, pretende deslizar si el frío que podría haber sufrido el joven hizo que su cuadro se empeorara.
Además, lo que Tomei intenta es sembrar dudas respecto al momento en que Fernando falleció y también plantear si su estado de salud pudo haberse agravado cuando intentaron reanimarlo.
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