Cinco historias de voluntarios: valores, pasión, aprendizaje, integración y motivación
Se hicieron camino al andar. Andrea Fainberg, Marcela Rizzotto, Mónica Miras, Juan Quiles y Florencia Gramajo tienen distintas vidas, recorridos, experiencias y aprendizajes, pero hay algo que los une y son las ganas de ayudar.
Con la mejor de las sonrisas y una predisposición sin igual, son solo algunos de los 1.500 voluntarios de los III Juegos Suramericanos de la Juventud. Como una de las almas de Rosario 2022, fueron homenajeados, contaron sus vivencias y alentaron a todo el mundo a sumarse al proyecto en el que todos son bienvenidos y en el que no existen los prejuicios.
“Tenemos la oportunidad de dar, contener, compartir y de ayudar en lo que cada uno pueda. Es una inmensa gratificación personal”, comenzó Andrea Fainberg, quien en 2001 tuvo un accidente que le cambió la vida y encontró en el deporte una pasión: “Decir que soy una atleta que entreno me sacó de un lugar espantoso de que me consideraba enferma. Hay que despojarse de tabúes, de prejuicios y dar lo que haga falta”.
La oriunda de Santa Fe destacó cada uno de los aspectos que resalta de los Juegos: “Está la experiencia de intercambiar, la idea de sentirnos útiles y siempre tener algo para brindar. Vengo de toda mi vida con el voluntariado, soy docente y en este evento tengo la oportunidad de seguir aprendiendo e interviniendo lo que tuve la oportunidad de vivir”.
El nombre de Marcela Rizzotto es por demás resonante y tiene una gloriosa y extensa carrera en la que se destacan los Juegos Paralímpicos de Canadá en 1976 y Holanda 1980. Con 2 medallas de oro, una de plata y una de bronce, además formó parte e hizo escuela en la Facultad de Bioquímica.
“El deporte une, es alegría y saca los mejores valores humanos”, comentó quien además realizó en los Juegos Paralímpicos de Río en 2016 su primer voluntariado. Rizzotto no quiso perderse la oportunidad de ayudar en Rosario 2022: “Es un gran orgullo y una gran oportunidad de participación. Es una forma de seguir colaborando y aprendiendo”.
Amiga de Marcela y con las mismas buenas intenciones, está Mónica Miras, que se inició en el deporte a los 9 años adaptado y no imagina su vida sin que esté ligada a la actividad física. “Me rehabilité gracias a eso y me dio la posibilidad de la integración total. Siempre fue una cuestión por la cual te sentís igual al otro”.
“Es la primera forma de integración y la más sana. Competí desde los 16 años hasta hace muy poco representando al país en el Panamericano de Lima y obteniendo 9 medallas”, expresó como carta de presentación. La apasionada por el básquet en 2019 volvió a Perú como «voluntaria cerrando un ciclo”. Miras comentó que este lugar “es una oportunidad para ver todo desde otro lugar, más integrativo”.
Juan y Florencia, dos experimentados en el voluntariado
Florencia Gramajo desde el Mundial de Patinaje de Velocidad 2014 y Juan Quiles desde el Dakar 2014 forman parte del grupo de trabajo y voluntariado de los distintos eventos que se desarrollan en la ciudad.
“Cuando surgió la posibilidad de participar en Rosario, mi ciudad, al instante me dije que este podía ser un lindo cierre”, detalló Florencia, que es locutora y periodista. Quien además hace radio y es administrativa, incentivó a todos a sumarse: “Vivirlo es genial, no importa la edad si querés formar parte las puertas siempre están abiertas”.
Juan Quiles, por su parte, destacó las distintas aristas del evento: “Me motiva el intercambio entre países, las distintas culturas, además de que soy profe de educación física y me gusta mucho el deporte”.
Con capital humano de calidad, Rosario tiene el corazón listo y las ganas preparadas para eventos venideros gracias a los voluntarios, sin dudas el alma de cada evento.
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