Cuando el jazz también se lee
El historiador Eric Hobsbawm decía que el jazz sustituyó en su vida al primer amor. "El jazz, escribió, me dio una dimensión de emoción física sin palabras y sin cuestionamientos a una vida que de otro modo estaba casi monopolizada por las palabras y los ejercicios del intelecto".
Hobsbawm, quien firmaba como Francis Newton sus escritos sobre jazz en The New Statesman, el semanario inglés de izquierda fundado en 1913, fue uno de los tantos que puso su pasión musical en letras de molde. Como Julio Cortázar, con sus textos sobre Clifford Brown o Thelonious Monk o con El perseguidor, el cuento incluido en Las armas secretas (1959) y que toma al saxofonista Charlie Parker como inspiración para un ficticio Johnny Carter.
Y si bien se puede pensar como Frank Zappa, que "hablar de música es como bailar sobre arquitectura", no es menos cierto que el jazz y la palabra escrita han formado una sociedad productiva, ideal para alimentar una buena biblioteca o incentivar a quien aún no la tiene.
Biblioteca que podría comenzar a tomar forma con el iniciático Cómo escuchar jazz (Taurus 2017), donde el crítico Ted Goia expone su propio proceso de audición. El norteamericano circula también por las librerías con su documentada Historia del Jazz (Taurus 2012) y con El canon del jazz. Los 250 temas imprescindibles (Taurus 2013).
Pero si de historia se trata, el libro que continúa siendo una fuente inagotable es El jazz. De Nueva Orleans al Jazz Rock de Joachim Berendt. Publicado originalmente en 1953 pero actualizado en varias ediciones, entrega con un lenguaje claro y ameno una precisa y documentada cronología.
Para los ya iniciados son recomendables los textos sobre aspectos puntuales del universo musical. Como el excelente Miles Davis y Kind of blue. La creación de una obra maestra de Ashley Kahn (Alba 2002), en la que el crítico del New York Times da detalles poco conocidos de la grabación que en 1959 sentó las bases del jazz modal. Ashley Kahn es autor además de El sello que Coltrane impulsó, la historia del innovador Impulse Records, que favoreció la difusión de nuevas voces a partir de los años 60s.
También abundan las biografías, como Coltrane. Historia de un sonido de Ben Ratliff (Global Rhythm. 2010), que analiza el legado y la influencia del saxofonista y Louis Armstrong de James Lincoln Collier (Javier Vergara. 1987), que testimonia la vida de Satchmo, nacido en Nueva Orleans y muerto en 1971 en Nueva York; luego de haber puesto los cimientos del jazz como un arte fundamental del siglo XX.
Lincoln Collier es autor además de una biografía de Duke Ellington, aunque si se quiere indagar en la vida del "Duque" debería leerse El mundo de Duke Ellington de Stanley Dance (Editorial Leru.1973). Tiene especial interés allí el capítulo Diario de una gira con los shows de Ellington en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay en 1968.
Dance, quien siguió a Ellington por varios países, destaca el concierto debut del 5 de septiembre en el Gran Rex: "Es un éxito tremendo. El público es entendido y la reacción cálida y emotiva", dice. Luego, desde Córdoba, reporta que el saxofonista Johnny Hodges, solista fundamental de la orquesta, escribirá un tema en homenaje a la cerveza Rio Segundo, a la que define como la mejor del mundo.
Al terminar la gira, que incluyó Tucumán y otro show en Buenos Aires, Ellington deja una declaración que Dance transcribe. "Ha sido una experiencia tremenda. Mucho más imponente de lo que jamás había imaginado y nunca la podré olvidar. Me han recibido con tal calidez que estoy anonadado y no sé cómo expresar mi agradecimiento. Quizás pueda hacerlo con música más adelante". El Duque volvería al país por última vez en 1971.
Son interesantes también las biografías de Thelonious Monk de Laurent de Wilde, (Gallimard. 1996), Vida y música de Bill Evans de Peter Pettinger (Global Rhythm. 2007) y el reciente Carla Bley de Amy Breal (Templo en el oído 2016), que analiza la obra de la canadiense. Menos recomendable en cambio es Bird, la biografía de Charlie Parker de Ross Russell (Ediciones B. 1989), calificada como "tendenciosa" por la crítica. Para quienes busquen información más fiel sobre el impulsor del Bebop es aconsejable Nostalgia de Charlie Parker de Robert Reisner (Global Rhythm .2009), que recopila la opinión de músicos que tocaron con Bird, a quien el crítico Steve Voce definió como "el genio más ingobernable desde Van Gogh".
Suman su aporte a esta posible biblioteca las autobiografías Miles (Ediciones B 1991), donde el polémico trompetista le cuenta su vida al escritor Quincy Troupe, Lady, sings the blues (Tusquets 1988), de Billie Holiday, escrita junto al pianista William Dufty; y Como si tuviera alas, las memorias perdidas de un atormentado Chet Baker (Mondadori. 1999). Y por cierto Una vida ejemplar, (Global Rhythm 2007), el irónico título que utilizó Art Pepper para sintetizar sus logros musicales y sus caídas personales; que incluyeron años de prisión en San Quintín por posesión de heroína.
Tampoco deberían faltar los textos del francés Boris Vian recopilados por Grech en 1984. Estos Escritos sobre jazz agrupan lo que el autor de La espuma de los días, publicó entre los 40 y 50s. En el primer tomo los textos para las revistas Jazz Hot y Combat y en el segundo notas para fundas de discos y varios inéditos. "Vian estaba enamorado del jazz" recuerda su amigo el cantante Henri Salvador en el prólogo de la edición española.
El estante puede completarse con Jazz de Nat Hentoff (Pomaire.1982), con perfiles sobre músicos, la Guía Playboy de Jazz de Neil Tesser (Emecé 2000) y Pero hermoso. Un libro de jazz de Geoff Dyer (Random House. 2014), con ocho historias imaginarias, basadas en anécdotas reales.
Dentro del territorio del ensayo es imprescindible Black Music. Free jazz y conciencia negra (Caja Negra.2013) de Amiri Baraka, con textos publicados entre 1959 y 1967, donde el escritor asiste al momento en el que el free comienza su camino como expresión rebelde de la cultura afroamericana. Amira Baraka, nacido como LeRoi Jones en Nueva Jersey en 1934 y fallecido en la misma ciudad en enero de 2014, fue un poeta, ensayista y dramaturgo, con una activa vida política en los 60s.
Baraka dirigió la editorial Totem Press, en la que debutaron Jack Kerouac y Allen Grinsberg y dio testimonio crítico sobre los nuevos tiempos. "La mayoría de los críticos de jazz han sido americanos blancos. Los músicos más importantes no", decía y hundía más el cuchillo en las entrañas del racismo y la segregación. "Una de las cosas más incomprensibles de los Estados Unidos es el hecho de que a pesar de su perfil esencialmente despreciable, todavía exista aquí tanta belleza".
En esta biblioteca virtual también hay libros de autores argentinos. Uno de los más recientes es Oscar Alemán. La guitarra embrujada de Sergio Pujol (Planeta. 2016), una biografía del argentino que deslumbró a Josephine Baker. Pujol, un estudioso del fenómeno musical, es autor también de Jazz al sur, que con dos ediciones (Emecé 1992 y 2004), es una referencia ineludible sobre el jazz nacido en la Argentina.
Dentro de un estilo autorreferencial, destacan los dos tomos de Memorias de un ladrón de discos de Carlos Sampayo (Norma 1999 y Gauderio 2013) donde el crítico recrea con humor y talento, la conformación de su propia discoteca. En 2015 Gourmet Musical editó Jazz argentino. La música negra del país blanco, de la investigadora Berenice Corti, un cuidado análisis de los procesos de significación social e identidad vinculados con la música popular y en 2017 Random House distribuyó El sonido de los sueños de Diego Fischerman, en el que si bien el autor aborda otros géneros, no deja fuera al jazz y sus protagonistas; tal como en sus obras anteriores Efecto Beethoven de 2004 y Escritos sobre música de 2011; ambos de Paidós. Todos ellos aportes de valía para una buena biblioteca musical.
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