El primer circo de Mar del Plata y la audacia de empezar sin nada
Falta una hora para la primera función, la de las 21:00, que durante el verano el circo La Audacia da con entrada "a la gorra" frente a faro de Mar del Plata. Los personajes caminan todavía a medio vestirse alrededor de la casilla rodante, entran y salen del colectivo azul que usan como camarín, estiran y empiezan a ponerse el maquillaje. No hay tiempo para entrevistas, ni detalles, ya todos empezaron a dejar de ser los que eran, a convertirse en algo más.
El primero que se acerca a hablar con Infobae es Pedro Terra, a medio transformarse en "Pepo", el presentador de La Audacia. Habla cruzado, gesticula en el aire, los bigotes en espiral, el moño colgándole de la solapa y la camisa todavía desabotonada, dice a todo que "Sí, sí, sí", usa la palabra "magnífico" acerca de conocer la historia del circo y después desaparece. "Hablen con Marote", aclanza a entendérsele mientras se va, sin dar nunca a conocer de quién está hablando.
Son las 20:30 y a medida que la transformación es completa de a uno los 16 miembros de La Audacia van metiéndose en la carpa, dando saltos, sonriendo a lo lejos, pero nadie parece dispuesto a dar una entrevista. Con cara de desconfianza pasa cerca "Payaso Caquita", hasta hace unos minutos Julieta Ortiz, pero de la que ya no quedan rastros. En un dejo de solidaridad, "Payaso Flaquini" (Gonzalo Peralta), advierte: "Yo que ustedes iría entrando, sino después no van a tener de qué escribir".
En el año 1921 José Ortega y Gasset escribió un ensayo que tituló "Meditación sobre el marco". En él habló de la relación directa entre una pintura y ese elemento intermedio que la contiene, que no es ni parte de la obra, ni parte de la pared. El límite entre dos mundos que conviven pero no se tocan.
"Hace falta que la pared real concluya de pronto, radicalmente, y que súbitamente, sin titubeo, nos encontremos en el territorio irreal del cuadro. Hace falta un aislador. Esto es el marco", decía el filósofo español hace 97 años. Y en un circo el marco es la carpa: adentro los payasos son payasos y no hombres maquillados, el presentador un excéntrico personaje con dejos rusos y una clawn tiene voz de corneta. Era además con todo lo que contaba La Audacia cinco años atrás.
"Actuábamos en la calle, cómo no íbamos a hacerlo teniendo una carpa", dice Norman Pereyra Wagner, una tarde en la que por un rato no es el "Payaso Marote", personaje prácticamente nacido y criado en La Audacia, mientras habla con Infobae. "El proyecto lo presentó hace más de diez años Facundo Mosquera, que sigue siendo el director del proyecto y además está en escena, pero fue aprobado recién hace cinco. Al principio era una carpa viejísima y fuimos mejorando todo nosotros. Esperábamos en aquella época colchonetas, baños químicos, una bajada de luz, cosas que el municipio nos tenía que proveer, pero después de cuatro meses sin noticias dijimos 'vamos a hacerlo igual' y abrimos la carpa", cuenta.
En 2013 el circo La Audacia, el primero de Mar del Plata, no tenía absolutamente nada. El público llevaba sus reposeras, sus sillas, sus lonas o se sentaba en el piso. La mayoría de los artistas que estaban acostumbrados a dar shows callejeros, no titubearon un segundo a la hora de hacerle frente al desafío, ya curtidos en este arte de crear mundos sin otro marco que una ronda de gente mirándolos y los malabares, chistes, contorsiones o trucos que tuvieran.
Pero el camino no fue fácil. Durante los primeros años La Audacia estuvo instalado en Plaza España, cerca de la costa, aguantando los distintos embates de los que quisieron sacarlos de ahí sin garantizarles un espacio en el que poder seguir haciendo las funciones "a la gorra" y dando los talleres gratuitos para chicos, los que habían sido aprobados por el mismo municipio, tras años de luchar para que este proyecto independiente se convirtiera en realidad. Cuando la situación no dio para más, se levantó la carpa, tras un abrazo de más de 1000 vecinos marplatenses que fueron a pedir para que los artistas no se fueran.
"La temporada pasada llegamos acá frente al faro y tenemos aprobado hasta ahora por 2 años más", deja saber Norman. Todos los días tres integrantes de La Audacia se turnan para pasar la noche y hacer las guardias en la carpa haciendo ellos mismos de serenos. De la misma forma durante las funciones Sasha Serantes, la trapecista, termina su acto y corre a agarrar un reflector, el acrobata Lucas Negro ata la lona después de que entró el último espectador, el hombre del diábolo, Lucas Ruiz, a ayudar con el sonido o el propio Marote tira de la cuerda para que Sofía Paolicchi pueda volar sobre las primeras filas.
"El payaso en los grandes circos no va y pone la tela o esto, o lo otro, son técnicos con cara de nada, nosotros le damos ese condimento al armado de las escena, creo eso nos da una ventaja en cuanto al público", opina. "El circo que viene de generación en generación se ha ido cambiado tanto que hoy es casi un music hall, hoy tienen cosas como el péndulo de la muerte, vedettes, nosotros en cambio volvimos a lo viejo, payasos en escena pegándose, gags, rutina".
Cuando la gente entra a la carpa una banda con cinco integrantes, entre ellos un unicornio que toca la trompeta, musicaliza el momento. Mientras tanto "Don Osvaldo" (Alina Rodríguez Martín), un acomodador con marcado acento español andaluz, va ordenando a la gente. Alrededor del círculo también se pasea con su acordeón azul Lala Ossola, que más tarde va a encargarse del número de los aros. Durante el resto de la función, detrás del relato de "Pepo", el presentador cuasi-ruso, suena música que podría ser obra del DJ austríaco Parov Stelar, mezcla de jazz y beats marcados, los que lanza el sonidista Demián Basualdo desde una consola, acompañado siempre por un baterista de bonete rojo que con tambores de plástico sigue el ritmo.
La Audacia tiene todos los condimentos de un circo tradicional, en lugar de novedades, la compañía apuesta no perder la esencia de ese mundo mágico en el que empieza a creerse al atravesar la entrada a la carpa, a partir de actos clásicos a los que siempre buscan darles una vuelta más. "La Cebra Raúl" (Pablo Lima) hace malabares al mismo tiempo que cuenta chistes y anda en monociclo, Pamela Pons es encerrada en un baúl por un ilusionista que la hace desaparecer y el "Payaso Periplo" (Matías Falacara) intenta secar infructuosamente el piso de la carpa, secundado por "Flaquini", con el que terminan enfrascados en un ida y vuelta donde trapos de piso y palos vuelan por los aires.
"La mayoría hacemos otras cosas, si puede ser relacionado al circo mejor, yo como payaso hago shows en cumpleaños durante el año, otros dan clases", dice Marote y se ríe al recordar que no tiene un acto propio en La Audacia. Su personaje es el ayudante de todos y el encargado de pasar "la gorra" , el único ingreso económico de este circo comunitario a fuerza de voluntades.
"Hay gente que puede y gente que no puede poner y la idea es esa. Al principio de la temporada un poco nos pasó el tema de preocuparnos por la cuestión económica y en un momento digo: 'bajemos un cambio, estamos con la carpa, tenemos el bondi, la casilla, la luna, disfrutemos esto también, no nos desesperemos que eso llega solo'. Un día malo nuestro no bajamos de la 100 personas, por más que sea a la gorra o lo que sea, somos privilegiados en base a un esfuerzo, a un laburo, nosotros no hacemos difusiones, lo fundamental acá es la gente y el boca en boca", explica.
El primer circo de Mar del Plata se presenta todos los días frente al faro en Av. de los Trabajadores 5701 con dos funciones, a las 21:00 y a las 22:30, además de dar en algunas fechas talleres gratuitos de actividades circenses para chicos durante la tarde. Un sueño que se mantiene "a la gorra". Dice en su speech final Marote: "Es difícil que un payaso se ponga serio y encima para hablar de plata, es raro, pero es la realidad mis amigos. Con esto queremos hacerles entender que lo que ustedes aporten a este circo no sólo ayuda a que comamos, ayuda a que esto siga en pie". "El que no pueda que no se vaya, nosotros lo invitamos. Pero no se inviten todos porque estamos al horno". Risas.
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