Francisco inició una compleja gira por Myanmar y Bangladesh
26-11-2017 | INTERNACIONALES | GIRA PAPAL
Francisco inició una compleja gira por Myanmar y Bangladesh
El pontífice viaja al sudeste asiático en medio de la tensión por crisis de refugiados de la minoría islámica rohingya
En lo que se considera uno de los viajes más complejos de su pontificado, Francisco partió hoy en un Airbus de Alitalia rumbo a Myanmar y Bangladesh, dos paupérrimos países del sudeste asiático donde la Iglesia católica es pequeñísima y donde reina gran tensión por la crisis de refugiados de la minoría islámica rohingya.
Después de 10 horas de vuelo hasta Yangon, al convertirse mañana en el primer pontífice que pisa Myanmar, el Papa deberá ser muy diplomático. Si bien en los últimos meses mencionó tres veces públicamente a los rohingya, en llamados en favor de estos “hermanos” perseguidos, evitará pronunciar esa palabra.
Se trata de un término prohibido en Myanmar, país de 52 millones de habitantes, de mayoría budista, donde casi 2 millones de rohingya, musulmanes, alli presentes, aunque sus familias han vivido durante generaciones en esa tierra, son considerado inmigrantes ilegales de Bangladesh. Y sufren discriminación oficial y social.
Tanto los 20 obispos de Myanmar, donde hay unos 659.00 católicos (el 1% de la población), así como la Secretaría de Estado del Vaticano, le han explicado al Papa la enorme sensibilidad que hay respecto a este tema y recomendado vivamente no utilizar la palabra rohingya, algo que podría enfurecer a un grupo de monjes budistas nacionalistas fundamentalisas y tener repercusiones sobre la minoría cristiana. De hecho, se viven momentos complicados en Myanmar, país aún en transición hacia la democracia después de 60 años de dictaduras militares (1962-2011), donde junto a la etnia birmana, mayoritaria, viven otras 135 minorías.
En agosto pasado, después de un ataque a puestos policiales de un grupo insurgente musulmán, el ejército de Myanmar comenzó “operaciones de despeje” en el estado de Rahkine, donde viven los rohingya. En una represión brutal considerada una “limpieza étnica” por la ONU, en la que soldados y monjes extremistas budistas incendiaron casas, entre otras violencias, más de 600.000 rohingya se vieron obligados a escapar al vecino Bangladesh. Justo en vísperas del viaje del Papa , Myanmar y Bangladesh firmaron el jueves último un acuerdo para el regreso de miles de ellos, de dudosa actuación, pero recibido con satisfacción en el Vaticano y en la comunidad internacional, que sólo en los últimos meses puso su atención en esta zona olvidada del mundo.
El Papa hubiera querido visitar uno de los campos de refugiados donde en condiciones dramáticas sobreviven los rohingyas, algo imposible debido a cuestiones de seguridad. Pero, según anticipó su vocero, Greg Burke, se reunirá con un grupo de ellos el viernes próximo en Dhaka, capital de Bangladesh, en un encuentro interreligios y ecuménico por la paz.
“Ahora se habla mucho de los rohingya, pero ellos son sólo una de las más de 100 minorías muy pobres de Myanmar, entre las cuales algunas cristianas, que la dictadura echó en muchos casos de sus tierras porque viven en zonas muy ricas en petróleo, agua, madera, jade y les tratan de robar esto. Algo muy similar a lo que pasó con los indios en América latina”, explicó el padre Bernardo Cervellera, director de la revista católica AsiaNews.
Cervellera también explicó que detrás del drama de los rohingya hay enormes intereses económicos, de los que se benefician los militares, que controlan la economía y China, país fronterizo con Myanmar, que está llevándose sus enormes recursos naturales. “Desde el estado de Rahkine debe pasar un oleoducto para que llegue petróleo a China y también allí debe construirse un puerto para barcos chinos, de ahí, su importancia”, detalló. “Por eso espero que en sus discursos el Papa también le hable en cierta a forma a China y la India, los dos gigantes de la región, diciéndole ‘atención’, en Myanmar hay un Estado laico abierto a las demás religiones”, puntualizó.
Seguramente compleja, la visita también significará un respaldo para Aung Sam Suu Kyi, líder de “facto” del país, a quien el Papa recibió dos veces en el Vaticano, la última en mayo de este año, cuando el Vaticano y Myanmar establecieron relaciones diplomáticas. Suu Kyi en los últimos meses fue duramente criticada por la comunidad internacional por su silencio ante lo que algunos también llaman “genocidio” de los rohingyas. Al respecto, Cervellera consideró que la violentísima respuesta de los militares a los ataques de agosto último de un grupo insurgente rohingya fue, en verdad, “un intento del ejército para eliminar a Suu Kyi”.
Hija del general Aung San -que llevó a Birmania a la independencia de Gran Bretaña en 1948-, Suu Kyi se enfrentó con valentía a la dictadura militar, que la condenó a vivir durante 15 años bajo arresto domiciliario. Los militares le cambiaron el nombre del país -de Birmania (Burma) a Myanmar- en 1989 y Suu Kyi recibió el Premio Nobel de la Paz en 1991.
Después de las elecciones de 2015, en las que ganó su partido, la Liga Nacional por la Democracia, Suu Kyi se convirtió en la líder “de facto” de Myanmar, pese a que la constitución –aprobada bajo el régimen militar-, le impide ser presidente. Aunque el nuevo Parlamento creó especialmente para ella el cargo de “Consejera de Estado”, sus poderes fueron extendidos y también es ministra de relaciones exteriores.
En sus tres días en Myanmar Francisco no sólo verá a Suu Kyi, llamada “la señora”, sino también, aconsejado por el cardenal Charles Bo, recibirá en forma privada al jefe de las Fuerzas Armadas, Ming Aung Hlaing, algo que seguramente será criticado.
Consciente de que será uno de sus viajes más difícliles ayer, después del Angelus, el Papa pidió a los 30.000 fieles presentes en la Plaza San Pedro rezar por su viaje a Myanmar y Bangladesh “para que mi presencia sea para estas poblaciones una señal de cercanía y esperanza”.
Fuente: Sin Mordaza – La Nación