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La escandalosa y breve vida de la mexicana que enamoró a Gary Cooper y se casó con Tarzán

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Hubo una época en Hollywood en que los latinos dominaron las pantallas, cuando "la discriminación no era tan atroz y podían acceder al éxito y mantenerse", dice Gabriel Ramírez, especialista en cine y autor del libro "Lupe Vélez, la mexicana que escupía fuego".

Antes que Dolores del Río, ella fue la primera mexicana que triunfó en el cine estadounidense, al lado de figuras como el español Antonio Moreno y Ramón Novaro, el primer mexicano que trabajó y alcanzó el éxito en Hollywood. Pero desde la pasarela del cine mexicano, su estatura ha quedado corta al lado de la diva que compartió con ella época en la industria hollywoodense.

"Murió muy joven, a los 36 años, y no alcanzó la llamada Época de Oro del cine mexicano", dice Ramírez. Del Río, en cambio, luego de su fracasado romance con Orson Wells, regresó a su país y aquí remontó la altura que había perdido en Estados Unidos.

Lupe Vélez con vestuaro para una obra de teatro en el año de 1925 (INAH)

Pero en Hollywood Vélez era una verdadera estrella. Había llegado a los 17 años a Texas para bailar en espectáculos de variedades y allí la descubrió Richard Bennet, un hombre bien conocido en los escenarios teatrales y padre de las actrices Constance y Joan Bennet quien quedó impresionado con ella y le ofreció un papel en la obra La Paloma, que al final no pudo protagonizar. Pero en adelante su carrera despegó a partir de un pequeño papel como extra que consiguió en un filme llamado Sailors, Beware!, protagonizado por El Gordo y El Flaco. Con ellos participó en otras cintas de la mano de Hal Roach. Pero su salto definitivo ocurrió al filmar con Douglas Fairbanks la película El Gaucho, donde quedó demostrada su brava naturaleza.

Una anécdota narra que Fairbanks, durante el casting para la película, le pidió: "Quítate los zapatos". Ella, soberbia, le contestó: "¿Para qué? Eso no es necesario". Él insistió y ella comenzó a insultarlo en español. "Ese es el tipo de mujer que quiero, estás contratada", le dijo.

A partir de ese momento, tuvo un rápido despegue a la fama, impulsado por su talento, su belleza, su explosivo temperamento y sus escándalos sentimentales, escribe Moisés Vásquez en el libro "Lupe Vélez: a medio siglo de ausencia".

En la película "Forever Lupe Vélez", el director mexicano Juan Luis Caballero intentó rescatar el genio y la vida de la actriz. Para él, Lupe era una mujer llena de sueños, que quería triunfar, llegar a ser alguien. "Siento que le tuvieron mucha envidia", dijo en una entrevista,

La "bataclana" que se hizo estrella

Gabriel Ramírez afirma que a Lupe Vélez el éxito le llegó más rápido y fácil que a Dolores del Río. Las dos fueron estrellas pero de distintos firmamentos, dice. Sobre todo porque las separaba un abismo de clase. Si Dolores era la aristócrata de familia rica, Lupe Vélez tenía un origen popular. Era hija de un general de la revolución, había estudiado apenas en un colegio de monjas y trabajado como empleada en una tienda de zapatos antes de convertirse en "bataclana", una especia de actriz de teatro de revista, que en su tiempo significaba "la antesala de la putería", dice su Ramírez. "Todas ellas eran amantes de generalotes de la Revolución".

A las dos divas mexicanas también las distinguía su carácter."Del Río tenía un aspecto recatado, "de mosquita muerta –dice Ramírez–, aunque también era tremenda". Lupe Vélez, en cambio, "era un desmadre", afirma su biógrafo. "Las leyendas que corrían de ella eran tremendas: que no usaba ropa interior, que se alzaba las faldas todo el tiempo. Un desastre".

Lupe Vélez posa junto a un perro para un retrato en el año 1925

Incluso tenía vetada su presencia en muchos lugares de Hollywood por sus escándalos. "Con Lupe todo era una aventura y cuando la invitaban a una fiesta nunca sabían cómo iba a acabar y así fue afinando su fama de escandalosa".

En sus películas era una mujer "chistosísima", divertida, y "yo creo que así era en la vida real", imagina Ramírez. "Hacia cosas inesperadas, nadie la podía controlar, pero al mismo tiempo tenía esa faceta mexicana muy religiosa, creyente de la Virgen de Guadalupe".

En pocas palabras, no era una mujer discreta ni pudorosa. Y hay que imaginar lo que aquella mujer desparpajada despertaba en las buenas conciencias del Hollywood moralista de los años 20. A diferencia de Dolores del Río, dice Ramírez, Lupe era borracha, iba a peleas de box, hacía escándalos públicos… yo creo que nunca se cruzaron porque incluso iban a fiestas distintas.

Como muchos actores de la época, Vélez también estuvo en una lista "gris", más que negra, al fimar declaraciones y manifiestos de apoyo a los republicanos, durante la Guerra Civil española. "Sí estaba clasificada en una lista sospechosa, pero nunca le afectó en realidad", dice Ramírez.

Lupe Velez y Rodolfo Laroque durante una escena de película en 1924

Amores, celos y tragedias

De sus amores en Hollywood destacaron dos. Su relación con Gary Cooper, de quien estuvo locamente enamorada –y él de ella–, y su matrimonio con Johnny Weismuller, el famoso protagonista de Tarzán.

Cooper fue su primer amor y con él tuvo un romance de dos años acompañados de peleas, escándalos y pasión. "Gary está completamente controlado por Lupe", dijo Marlene Dietrich en una ocasión.

Los productores de Hollywood preocupado por el brillo emergente de Cooper, su estrella en ascenso, intervinieron para separarlos, aunque hay quienes dicen que también intervino la madre del actor, que no veía con buenos ojos la relación con la actriz mexicana.

La actriz posando para un retrato

"A Cooper le encantaban las mujeres y estaba feliz con alguien como la Vélez, pero ni a los estudios ni a la mamá les gustaba esa relación", dice Ramírez. Con él coincide el periodista mexicano Enrique Vidal, quien dijo en una ocasión: "Cooper tenía un problema de mamitis aguda. La madre del actor siempre se opuso a ese noviazgo simplemente porque no le caía bien. Y Cooper era incapaz de llevarle la contraria".

Al final la madre y los productores ganaron la partida para separarlos. A Cooper lo mandan a Europa y a ella la hacen a un lado, dice Ramírez.

Esta ruptura fue un terrible golpe que intentó olvidarle en su carrera cada vez más brillante, con la ayuda de los narcóticos y el consuelo de los nuevos amantes. Así llegó a su vida Johnny Weissmuller, el protagonista de Tarzán, con quien se casó en 1933. Durante los 6 años estuvieron juntos las escenas de celos se multiplicaron y en no pocas ocasiones acabaron en arañazos, mordidas y golpes que marcaban el cuerpo de Weissmuller, obligándolo a maquillarse de más para disimularlos.

Juan Luis Caballero, director de Forever Lupe Vélez considera que la actriz "tenía mucho carácter y se entregaba totalmente en el amor, pero tampoco se dejaba. La hacían llorar, la decepcionaban, pero los cortaba porque tenía mucha dignidad. Los mandaba por un tubo y no se dejaba, aunque se quedaba llorando horas o años".

Guadalupe Velez observa unas partituras musicales en el año de 1925

Su final: una incognita

En el tránsito de su fracasado matrimonio con Weissmuller, Lupe Vélez comenzó una relación con el actor mexicano Arturo de Córdoba, durante la filmación de la película "La Zandunga". El romance lo reveló ella a la prensa y desató la ira de la esposa de Córdova, quien se negó a darle el divorcio.

Hay al final de esta historia un enredo de amores sobre el cual hay distintas versiones. Una dice que Lupe Vélez quedó embarazada y que Arturo de Córdova le propuso casarse con otro para evitar el escarnio. El elegido fue Harold Ramond, un extra de origen francés que, según Fernando Muñoz, biógrafo de Arturo de Córdoba, había actuado en una que otra película con el mexicano.

Jorge Negrete y Mario Moreno, Cantinflas, montando guardia en el funeral de la actriz Lupe Velez

Otra versión asegura que en realidad sí hubo una relación entre Lupe y Ramond y que éste en realidad era el padre del hijo que esperaba. Habían acordado la boda, pero el actor tuvo dudas. Discutieron y la indecisión de él llevó a Lupe a romper la relación, aunque en la prensa, tras el funeral, Ramond aseguró que nunca se negó a casarse. Incluso dicen que la depresión que la empujó al sucidió ocurrió porque encontró a los dos hombre –De Córdoba y Ramond– en la cama.

En cualquier caso, Lupe Vélez acabó con su vida el 13 de diciembre de 1944. Antes organizó una cena mexicana, montó en su habitación un santuario con velas, flores y se tragó de un tirón 64 pastillas de seconal.

Pero hay otra historia. En uno de los capítulos de Hollywood Babylon, un best seller de los años 50, Kenneth Anger sostenía que en realidad habían encontrado a Lupe en el cuarto de baño, adonde habría llegado para vomitar las pastillas, arrepentida de lo que había hecho. Pero los testimonios de los policías y el de su secretaria nunca variaron: la habían hallado sobre la cama y así ha queda escrito su final, bajo un velo de incógnita.

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