La historia detrás de «Bestia», el corto chileno que busca el Oscar
El corto chileno "Bestia", sobre una despiadada exagente de la DINA, la policía secreta de Augusto Pinochet, que fue recientemente nominado al Oscar 2022 como mejor cortometraje de animación, aborda la maldad de ese período histórico, interpela a una sociedad que aún se resiste al olvido y, según señala su director, Hugo Covarrubias, "invita a visitar esos lugares oscuros para avanzar con los ojos más abiertos".
El film ilustra fragmentos de la vida de Ingrid Olderock, una de las figuras más siniestras de ese cuerpo policial clandestino, que entre varios otros crímenes adiestró y utilizó a su perro para violar a prisioneras en un centro de detención llamado "La venda sexy", ubicado en el oriente de Santiago.
El animal de nombre Volodia, en sarcástica alusión al ahora fallecido dirigente comunista chileno Volodia Teitelboim, así como al pavor que despertaba entre las prisioneras, fue mencionado en numerosas ocasiones por las víctimas en los juicios de Derechos Humanos celebrados en Chile.
En una reciente entrevista con el portal chileno El Mostrador, Covarrubias describe su obra como la "radiografía de un país fracturado y repleto de heridas que no están todavía ni cerca de sanarse".
Hace tiempo que en la mente del creador y director rondaba la idea de realizar "algo con la historia política de Chile, con personajes que no fueran parte de la historia oficial, que fueran parte de la 'subtrama' de Chile", explica.
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Olderock no es una más entre la nutrida lista de personajes que participaron de la represión contra opositores, su ferocidad durante los tormentos la transformó en una especie de ícono de la maldad, prominente incluso entre su oscuro elenco de colegas.
La periodista y escritora chilena Nancy Guzmán la describe en su libro "La mujer de los perros" como un ser "escalofriante", que además dirigió la Escuela Femenina de la DINA, un espacio donde "se les entregó destrezas a 70 mujeres para matar, hacer seguimientos, torturar y desaparecer a opositores".
"Entrenó mujeres para realizar actos criminales con recursos del Estado", denuncia Guzmán en su libro, donde también subraya que a Olderock se le imputó haber mandado a asesinar a su propia hermana con el fin de apropiarse de la herencia familiar.
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La animación, realizada con la técnica stop motion, ilustra la gris cotideanidad de este inescrutable personaje, su rutina diaria y las fantasías sexuales con su perro Volodia, protagonista permanente de los sueños nocturnos que parecen simultáneamente apaciguarla y atormentarla.
La fría relación con sus colegas de la DINA y su adoración por las medallas, trofeos militares y cruces gamadas son expuestas también a lo largo de los 15 minutos y 54 segundos del film.
Una de las cosas que más llamó la atención a Covarrubias y gravitó en el diseño de la propuesta estética fue "lo que (Oldercok) representa" como emblema de una época.
"Ella es una pieza más en toda esa maquinaria macabra que trabajó incesantemente durante la dictadura. Pero no es un personaje como cualquier otro, era una disciplinada mujer descendiente de alemanes que se autorreconocía como nazi desde pequeña", apunta.
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