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La primera Generación Dorada, de la gloria del título al injusto destierro

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El seleccionado argentino de básquetbol, campeón mundial en 1950 y primera Generación Dorada de la disciplina, se abrazó a la gloria deportiva en la noche del 3 de noviembre de hace 70 años en el Luna Park y –casi de inmediato- vivió un injusto destierro, a partir de una ridícula sanción que le aplicó el Gobierno de facto que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955.

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El 3 de noviembre de 1950, en la llamada “noche de las antorchas” (una vez consumada la victoria, el público prendió velas y caminó por la Avenida Corrientes en dirección hacia el Obelisco), el seleccionado argentino venció por 64-50 en la final a su par de Estados Unidos, que estaba representado por trabajadores de la firma Denver Chevrolet.

Oscar Furlong (goleador en la definición con 20 puntos), Ricardo González (capitán), Roberto Viau, Rubén Menini, Juan Carlos Uder, Omar Monza, Alberto López, Pedro Bustos, Hugo Del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Raúl Pérez Varela, Ignacio Poletti, Alberto Lozano, José Ventura, Jorge Nuré y Vito Liva integraron un grupo de amigos, que solían juntarse en el club Palermo hasta muchos años después de la hazaña y que vivieron la sensación de codearse con los más grandes de la élite.

Las crónicas de la época señalan que el plantel practicaba “seis horas por día” con el único objetivo de quedarse con el título. Y para no entorpecer la preparación, se liberó a los deportistas de sus actividades laborales.

El 7 de septiembre de 1950 se firmó el Decreto 18.773 por el cual se otorgaba licencia a quienes trabajaban en la administración pública: esta medida puede ser considerada como antecedente directo de la Ley 20.576/74 (Licencia Deportiva Especial).

Argentina arrancó su participación el 23 de octubre con una victoria sobre Francia (56-40). Y luego hilvanó triunfos sobre Brasil (40-35; 29 de octubre), Chile (62-41; 30 de octubre); Francia (66-41; 31 de octubre) y Egipto en semifinales (68-33; 1 de noviembre).

En la definición, el equipo argentino aplicó la simple receta de pasarse el balón y efectuar lanzamientos al aro desde posiciones favorables para dominar al conjunto norteamericano.

“Posiblemente Denver Chevrolet no era el mejor equipo, pero Argentina estaba para cualquier cosa. No sé si habiendo venido un equipo superior nos hubiese ganado”, reveló Monza, en declaraciones que reprodujo el documental “Tiempo muerto”, preestrenado en 2011 en Mar del Plata mientras se jugaba allí el Preolímpico clasificatorio para Londres, con guion de los hermanos Baltazar e Iván Tokman.

Es que la denominada “Revolución Libertadora” que instauró una dictadura en el país, tras derrocar al gobierno de Perón en 1955, se ensañó con aquel grupo de jugadores campeones del mundo, a quienes acusó de haber actuado como profesionales, en períodos donde el básquetbol no era rentado.

Los jugadores habían recibido un permiso gubernamental especial para importar “un automóvil de regalo” si así lo quisieran.

La Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) fue intervenida y la conducción quedó a cargo de Amador Barros Hurtado, que sugirió la apertura de un expediente llamado “Comisión Profesionalismo”. Fue el principio del destierro para estos y otros jugadores de básquetbol del ámbito local.

En la volteada cayeron también los integrantes del equipo de básquet de Racing Club, que realizaron una gira por países sudamericanos en 1953 (ganó los 23 encuentros que disputó frente a rivales de Perú, Ecuador, Chile y Colombia). En ese conjunto estaban los mundialistas Contarbio, Menini, Pérez Varela y Uder. Algo similar ocurrió con basquetbolistas de Palermo que concretaron un viaje por Europa en 1951.

El castigo dictado por la CABB en marzo de 1957, suscripto por el interventor Barros Hurtado y el secretario Luis Salluzzi, resultó durísimo e inentendible: inhabilitación de por vida para jugar al básquetbol por incurrir en “profesionalismo”. Una decisión, fundada sobre todo, en intentar erradicar –de plano- cualquier vinculación con la simbología peronista.

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“Después de 1955, cuando cayó Perón, el interventor de la CABB denunció como profesionales a todos los jugadores campeones del mundo. A los del Mundial y a muchos más. Regía el “Código del Aficionado”, un reglamento que venía del Comité Olímpico Internacional (COI) y que prohibía percibir retribuciones por jugar”, explicó el DT Canavesi, quien falleció en 2016, a la revista “El Gráfico” mucho tiempo después.

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