«‘Lechu’ era un chico libre, no era un terrorista»: emoción y congoja en el entierro de Santiago Maldonado
"¡Santiago, presente; Santiago, presente; ahora y siempre; ahora y siempre!". Con el grito emblemático, cientos de personas largaron la angustia que arrastraban desde que empezó el velatorio y despidieron este domingo a Santiago Maldonado en un cementerio privado de 25 de Mayo, su pueblo natal. El grito se escuchó varias veces, cada tanto era alternado con un reclamo de "justicia", y tapó el silencio sepulcral que domina usualmente estas situaciones.
Santiago ya descansa en el lugar donde nació. Después de estar desaparecido 78 días, y otra cantidad similar en la Morgue Judicial, su familia ahora lo tiene cerca, a 5 minutos del centro de este pueblo bonaerense. Los Maldonado estuvieron acompañados esta mañana por vecinos, amigos de Santiago que llegaron de Buenos Aires o de otras provincias y también por representantes de organizaciones de derechos humanos.
La salida del féretro estaba prevista para las 10.30 de esta mañana, pero se demoró porque la familia Maldonado decidió esperar la llegada del bus que traía a varias de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. La noche del sábado había llegado una de sus caras más emblemáticas, Nora Cortiñas, quien este domingo regresó temprano a la casa velatoria junto a Sergio Maldonado y pasó largo rato con Stella, la mamá de la víctima. El domingo llegaron todas juntas otras referentes, como Tati Almeida, Lita Boitano y Laura Conte.
Al bajar del micro las Madres recibieron el primer aplauso de la jornada. "Aguante Tati", se escuchó de un hombre del pueblo que vestía un buzo con la leyenda "El poeta de la utopía". Tati pasó seria y respondió a los aplausos con un saludo. Sus ojos estaban protegidos por anteojos y de su cuello colgaba un cartel que le ocupaba todo el pecho: era la foto de Santiago y la leyenda "Verdad y Justicia por Santiago Maldonado. Castigo a los culpables".
También se acercaron a acompañar al familia Maldonado el dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos, Juan Grabois; Rubén López, hijo del desaparecido Julio López; y referentes de diferentes organizaciones sociales. "Sólo vine a despedir a Santiago, a estar con Sergio, y a apoyar el reclamo de justicia", comentó López a Infobae.
El padre Paco, cura villero de Isla Maciel, fue quien dirigió algunas palabras en responso, antes de llevar a Santiago a un nicho del cementerio. Cuando su breve oración terminó, otra vez las cien personas que rodeaban el cajón gritaron: "Santiago, presente; ahora y siempre" varias veces.
Las escenas de congoja y dolor estaban mezcladas con las de bronca e incertidumbre por lo que está pasando en Bariloche, tras la muerte de un joven de la comunidad mapuche. "Quieren matar y matar y matar a los mapuches, tenemos que hacer algo", comentó Nora Cortiñas.
Jorge Morales no paraba de llorar abrazado a su mujer y a su hija. Conocía a Santiago desde que aprendió a caminar. Este plomero es vecino en el barrio Obrero de 25 de Mayo, vive a metros de la casa de Stella y Enrique. Convivía con Santiago hasta que después de la secundaria se fue a estudiar un tiempo a Bellas Artes de La Plata. "Santiago era un pibe bueno, estoy muy enojado porque dicen que era terrorista, sólo era un chico solidario. Son una familia humilde, de pibito ya él le pedía a su mamá que cocinara y le llevaba comida a los pobres. Amaba la libertad", comentó.
Muchos recuerdan a Santiago pasando por las anchas calles arboladas de 25 de Mayo en su skate. Otros describen su pasión por el dibujo y los murales que pintaba en el pueblo, siempre con consignas antisistema o ecológicas. "Los Maldonado son conocidos acá porque Stella fue durante 30 años la portera de la escuela pública primaria", cuenta Coty, docente de esa escuela, quien aclara que a Santiago también se lo conocía por sus murales, por los tatuajes y por su estilo de vestirse y su forma de ser. "Este es un pueblo muy conservador y él, con el pelo largo y la barba acá llamaba la atención", se ríe con un poco de vergüenza.
En 25 de Mayo muchos reaccionaron con indiferencia. Este fin de semana en el pueblo pareció existir más preocupación por los incidentes que, según rumores, se iban a dar, que tristeza por la muerte de un nacido y críado. "En las marchas éramos 150, creen que es algo político. Se murió un pibe, 28 años tenía", se enoja Morales. Marta, moza y concejal electa por la UCR, no entiende esa división. "Todo el mundo que lo vio pasar por acá, que se hizo tatuajes con él, sabe era divino. Siempre andaba con una sonrisa. Mezclan todo y él sentía que este lugar no lo entendía".
"Acá se confundieron mucho los tantos. Santiago era un loco lindo, no jodía a nadie con su manera de ser. Ayudaba a los amigos, le pintó la casa a uno, le dio de comer a otro, andaba, viajaba, estuvo en la ruta con los mapuches pero podría haber estado comiendo un guiso", reflexionó Alejandro, conocido del barrio.
Bety, vecina también de los Maldonado, pasó largo rato abrazada a Morales y su familia, todos del mismo barrio. La mujer llegó junto a su hija adolescente, que vestía una camiseta de Las Leonas pero tenía impresa la cara de Santiago. Bety lloraba. Entre sollozos y gritos de acusación por asesinato a Gendarmería, evocó la bondad del "Lechu", como le decían en el barrio a Santiago. "No tenía maldad", repitió varias veces. Después agarró su teléfono celular y leyó un texto.
"Por la libertad física y mental. ¿Quién te dice que tenés que ser algo en la vida? Ya eres algo. ¿Estás contento? Destruye los prejuicios y los acondicionamientos, los modelos, estereotipos, formas, normas. Sé libre aquí y ahora, mañana puede ser tarde. No esperes ir al cielo para disfrutar. En la tierra está el paraíso y el infierno. Haz de tu vida un arco iris y un tornado. Sé vago como el viento, nómade sin rastro".
Bety hace silencio. "Lo escribió él", comenta. Y luego suspira: "Este era Santiago, un pibe libre, que murió libre. Por ahí se fue satisfecho".