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Los desafíos de la consultoría política

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En épocas donde la verdad cedió espacio discursivo ante lo verosímil, lo creíble y la posverdad, la consultoría política, un balance entre profesión y oficio, está ante el desafío de superarse a sí misma, enfrentándose a lugares comunes y zonas de confort de la política.

Uno de los desafíos es escuchar más y decir menos. ¿Es el electorado quien cambia constantemente sus preferencias electorales, o son las propuestas y los políticos quienes cambian elección tras elección? Una pregunta que la academia y la prensa vienen respondiendo durante años, poniendo el foco de atención y el origen de todos los males en el electorado: de votar a Cristina a votarlo a Macri, de votarlo a Del Caño a votarla a Carrió. El electorado es presentado como volátil e incoherente.

Quizás es hora de, como esgrimía Joseph Napolitan, considerado el decano de la consultoría política moderna, no subestimar la inteligencia de los votantes ni sobreestimar la cantidad de información a su disposición. No es el electorado el que cambia sus preferencias con tal vertiginosidad, sino son los políticos los que saltan y modifican sus preferencias sin vacilar. Cabe que el lector se tome unos minutos para pensar en qué espacio estuvo su candidato predilecto años anteriores y en cuál en las pasadas elecciones.

Mitos, leyendas y creyentes: la política de la superstición

El desafío para la consultoría política está justamente en no aferrarse a los mitos, que no por repetirse en letra de moldes se convierten en leyes. Se suele decir: "Quien pierde las elecciones de medio término tiene augurada la derrota en las ejecutivas", aunque, sin ir más lejos, el kirchnerismo perdió las elecciones en 2009, pero llegó al 54% en 2011. Volviendo a un clásico de la ciencia política, Josep Colomer: "Desdoblar las elecciones evita el efecto arrastre". Pero, sin ir más lejos en el tiempo, Rodríguez Saá en San Luis logró revertir el fatídico resultado de las PASO, ganando en las generales por 10 puntos a Cambiemos.

En torno a la disputa de poder con los medios, se suele decir: "Gana quien tiene a los medios de comunicación a su favor", pero Juan Domingo Perón ganó las elecciones de 1946 con los medios como adversarios. De hecho, al haber consumado su posterior estrategia de debilitamiento de medios adversos y haber podido menguar su influencia, confesó: "Contra los medios gané; con los medios, perdí".

En el distrito que concentra casi el 40% del padrón nacional se suele escuchar: "Los gobernadores de Buenos Aires nunca ganaron (ni ganaran) la presidencia". Era lo que muchos sostenían, como adversario simbólico de Daniel Scioli en 2015.

Las maldiciones suelen viajar por ruta 9. Quizás, el aire de campo les sienta bien y aumenten la supersticiosidad. En territorio cordobés también hay malas noticias para los que aspiren el sillón de Rivadavia: "Los presidentes cordobeses no terminan sus mandatos". Si bien la gobernadora María Eugenia Vidal no es cordobesa, desde que se impuso sobre Aníbal Fernández, en 2015, derribó varios de los mitos.

Al parecer ese es el secreto para derrotar mitos: no creer en ellos. El peso simbólico que ejercen sobre quien cree en las supersticiones es el principal capital para su éxito.

Vidal, en este sentido, fue electa gobernadora sin ser peronista y siendo mujer, un techo de cristal que rompió sin avisar, y tomando por sorpresa a varios políticos desprevenidos. Pero la superstición política no se agota con ganar, sino que también augura peligros al gobernar: "Sólo el peronismo puede ganar (y gobernar) la provincia de Buenos Aires".

Siempre existirán las excepciones, pero son esas excepciones las que ganan las elecciones. El consultor es alguien que se encarga de derribar mitos. La superstición, las maldiciones y los mitos son el terreno natural de los gurúes, no de los consultores.

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