En realidad no es lo mucho que tomas, sino cómo lo tomas.
"Binge-drinking" (o beber compulsivamente) es un concepto que define el Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo (NIAAA por sus siglas en inglés) como la acción de ingerir cuatro o más bebidas alcohólicas en dos horas si eres mujer y cinco o más bebidas alcohólicas en dos horas si eres hombre. Suena a un par de horas bastante normales para un típico (o al menos estereotípico) estudiante universitario.
Ahora bien, gracias a un nuevo estudio publicado en el Journal of Applied Psychology, tenemos una mejor idea de cómo la normalización del comportamiento universitario respecto a las bebidas alcohólicas puede afectar la capacidad de un estudiante para conseguir empleo, que supuestamente es la razón por la que entró a la universidad en primer lugar. Analizando los datos muestra de 827 graduados de la Universidad de Cornell, la Universidad de Washington, la Universidad de Florida y la Universidad de Michigan, los investigadores descubrieron que "beber mucho" seis veces al mes reducirá las probabilidades de un estudiante universitario de conseguir trabajo recién graduado hasta un 10 por ciento.
Los autores afirmaron que estudios previos habían sido "incapaces de determinar el efecto preciso del consumo de alcohol en el primer empleo". En cambio, ellos descubrieron que cada sesión individual bebiendo compulsivamente durante un mes reduce las probabilidades de conseguir un empleo de tiempo completo justo después de la graduación hasta un 1.4 por ciento. Además, descubrieron que un patrón "no compulsivo para beber" no afecta negativamente la búsqueda de empleo hasta que el consumo alcanza niveles mayores.
"Un estudiante que bebe compulsivamente cuatro veces al mes tiene un 6 por ciento menos probabilidad de encontrar trabajo, que un estudiante que no se involucra en actividades alcohólicas similares. Y aquellos estudiantes que bebieron en exceso seis veces al mes aumentaron su probabilidad de desempleo un 10 por ciento", expresó en un comunicado de prensa el autor Peter Bamberger de la Escuela de Administración Coller de la Universidad de Tel Aviv y la Universidad de Cornell. "La manera en que beben los estudiantes parece influir más que la cantidad que ingieren cuando se trata de predecir las probabilidades de conseguir un trabajo justo después de la graduación."
En otras palabras, no se trata de cuántos tragos bebes, sino en cuánto tiempo los consumes. Y tomando en cuenta el mercado laboral millennial, que parece estar dividido entre empleos muy aburridos y empleos "nada tradicionales", podemos asegurar que habrá grandes desafíos al salir de la universidad.
Por lo menos, la apuesta económica es lo suficientemente alta como para que la NIAAA haya invertido $2.2 millones de dólares en esta investigación, a través de una subvención que también financiará un estudio de cinco años dedicado a analizar cómo el "mal uso" del alcohol afecta la transición de la universidad al trabajo para más de 16,000 participantes.
Y es que pocos empleos —tal vez ninguno— te pedirán que bebas cerveza directo del barril sin detenerte mientras te paras de manos; pero estas investigaciones podrían explicar por qué tienes tantas entrevistas laborales fallidas a pesar de tener tu toga y birrete.
Publicado originalmente en VICE.com