Pablo Mancini (36), está imputado junto a Germán Schoeller (36) en la causa que investiga la picada mortal en la que murieron David Pizorno y su hijo Valentino, el último 20 de marzo en Ayacucho y avenida Del Rosario.
El hombre que rompió el pacto de silencio en el grupo de amigos iba en el Citroën C4 que conducía Mancini, que pasó a 132 kilómetros por hora por la esquina sin impactar de lleno contra el auto de las dos víctimas fatales, y se convirtió en un testigo clave para dar cuenta del antes, durante y después del siniestro.
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Aseguró que temió por su vida y que le pidió reiteradamente a su amigo que parara de acelerar mientras se aferraba a la manija de la puerta y al asiento con temor, con el auto volando por la avenida. Luego del choque fatal, volvió al lugar del hecho junto a Mancini y observó el resultado de la conducta temeraria.
El testimonio fue una carta fuerte que jugaron los fiscales y la mantuvieron en reserva hasta la audiencia imputativa de este lunes en la que Schoeller, que manejaba el Renault Sandero que chocó a toda velocidad al Citroën C3 de los Pizorno, fue acusado (al igual que había sucedido con Mancini) por homicidio simple con dolo eventual en calidad de coautor, una calificación que tiene una pena en expectativa de 8 a 25 años. Al igual que su amigo, quedó detenido por plazo de ley y aguardará todo el proceso tras las rejas.
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Ahora, esta persona que atestiguó en contra de sus amigos es considerada por la Fiscalía como víctima, porque la vivencia del hecho le generó lesiones psíquicas corroboradas por un informe médico legal. Se trata de un shock o estrés postraumático que requiere un tratamiento y que recién dentro de 6 meses se podrá probar si es crónico o reversible.
En un estado de shock
“Está en un estado de shock y será considerado una víctima, porque las lesiones no son solamente físicas, pueden ser psicológicas. Se subió a un auto pensando que iba a jugar a la Play pero Mancini empezó a acelerar y pensó que se mataban. En su testimonial declara que le dijo «pará que nos matamos, aflojá, ¿qué estás haciendo?» y que el imputado hizo caso omiso”, explicó la fiscal Valeria Piazza Iglesias.
Al momento de declarar, el testigo no dejaba de llorar, envuelto en un profundo trauma. La Fiscalía lo envió al consultorio médico forense de Tribunales, cuyos profesionales dictaminaron que tiene un shock postraumático, que le genera episodios de angustia, llanto y quebrantamiento de voz. Ahora está bajo tratamiento psicológico. “Relató que siempre iba mirando para adelante, agarrado del pasamanos y de la parte de abajo del asiento muy fuerte por la velocidad que iba el coche. Y que le dijo constantemente a su amigo que se iban a matar”, reconstruyó Piazza Iglesias.
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