Santa Fe busca importar cannabis de Uruguay para fabricar aceite de uso medicinal
El Laboratorio Industrial Farmacéutico Sociedad del Estado (LIF) de Santa Fe produce 100 millones de medicamentos por año. Tras la aprobación de la ley nacional, en marzo de 2017, que permite el uso medicinal de la planta de cannabis, ahora esta provincia busca producir los aceites de esta planta milenaria a partir de la importación de las flores cultivadas en Uruguay por el propio Estado.
La idea es reemplazar los preparados que por ahora sólo pueden importarse (con demasiadas restricciones por parte de ANMAT). El LIF planea la producción en Rosario de 2 mil frascos que servirían para mejorar la salud y la calidad de vida de pacientes con epilepsia refractaria, esclerosis, fibromialgia, cáncer y otras dolencias.
Santa Fe convirtió en ley provincial el uso medicinal de la planta de marihuana antes que la Nación. Fue en 2016. Lo que busca ahora es que su laboratorio público satisfaga la demanda de sus habitantes. De momento, 37 personas reciben a través del Instituto Autárquico Provincial de Obra Social el aceite Charlotte's Web, que se produce en Colorado, Estados Unidos, y sólo resuelve los problemas en algunos casos de epilepsia refractaria en niños, como el de Josefina Vilumbrales, una nena de 4 años que gracias al consumo de cannabis pasó de tener 600 convulsiones por día a menos de 10.
Desde hace dos años que la Facultad de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional de Rosario, el LIF y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) viene investigando sobre la fabricación de aceite de cannabis. Por cinco millones de pesos compraron una máquina en Estados Unidos que tiene capacidad de procesar 50 kilos de cogollos (flores) de la planta hembra. Con esa cantidad se estima que es posible producir 2 mil frascos de aceite con una concentración de 50 miligramos por mililitro de CBD, también conocido como cannabidiol, uno de los más de 100 componentes químicos que integran la planta (el más conocido, por su poder psicoactivo, es el THC).
Santa Fe, entonces, acordó con una de las dos compañías -que produce cannabis en Uruguay para uso "recreativo" y venta en farmacias- la compra de los 50 kilos. Más allá de la réplica del Charlotte's Web, la idea de la Provincia es diseñar otros aceites para aplicar a otras enfermedades. "El proyecto cumple con la ley provincial y nacional. Es un anhelo. En noviembre tuvimos la última respuesta y esperamos que lo ejecuten. Depende de su voluntad de ejecutar lo que está en el presupuesto", dijo Guillermo Cleti, uno de los directores de LIF al periódico local El Ciudadano.
Si bien Santa Fe pretende importar el aceite de Uruguay, la nueva ley nacional permite al Estado nacional o sus pares provinciales el cultivo y producción local a través de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP), integrada entre otros organismos por el LIF. El artículo 6° de la legislación dice: "La autoridad de aplicación tiene la facultad de realizar todas las acciones requeridas para garantizar el aprovisionamiento de los insumos necesarios a efectos de llevar a cabo los estudios científicos y médicos de la planta de cannabis con fines medicinales en el marco del programa, sea a través de la importación o de la producción por parte del Estado nacional. A tal fin, la autoridad de aplicación podrá autorizar el cultivo de cannabis por parte del Conicet e INTA con fines de investigación médica y/o científica, así como para elaborar la sustancia para el tratamiento que suministrará el programa. En todos los casos, se priorizará y fomentará la producción a través de los laboratorios públicos nucleados en la ANLAP".
"Las leyes sobre estupefacientes 17.818 y 19.303, que datan de hace 50 años, también permiten la producción de sustancias para fines médicos o científicos y ensayos clínicos. Y el sistema de fiscalización internacional también permite que los países tengan una cuota de sustancias para tales fines bajo un régimen de existencias especiales", explica el abogado Mariano Fusero, especialista en legislación sobre drogas, quien se pregunta: "¿Dónde está la prohibición? En nuestras cabezas. Somos más prohibicionistas que lo que nos exige la prohibición".