El fútbol no se resume solo a 22 futbolistas sobre un campo de juego. Miles de historias se construyen a su alrededor. Alegrías, tristezas, bálsamos. Una suerte de vía de escape, de cable a tierra para los momentos más difíciles. Esa es la historia de Julio Fouquet y su familia.
Julio tiene 68 años y sufre de Parkinson desde hace diez. Su enfermedad se agravó en el último tiempo. El día a día se hace complejo. Pero hay algo que lo ayuda: ir a ver a Rosario Central. Durante esas dos horas su cuerpo vuelve a ser el de antes. En ese lapso de tiempo no hay rastros de la enfermedad. Mágicamente todo queda atrás.
En las últimas horas -y en el marco de los 132 años de Rosario Central- un video que subió su hija Gisela Fouquet emocionó a todos. En las imágenes se lo puede ver a su padre en una de las plateas del Gigante de Arroyito, en la última fecha del campeonato, mientras canta, salta y mueve sus brazos al ritmo de todos los hinchas.
“Central para él es todo, lo conecta. Ahí la memoria no falla. Se concentra, no le da ataques de Parkinson durante ese rato. Cuando está en la cancha se levanta y empieza a saltar, cuando en verdad su enfermedad no se lo permite. Es algo mágico”, cuenta Gisela, una de sus tres hijas, en una entrevista con TN Deportivo.
Julio Fouquet tiene una historia muy cercana con el fútbol. No solo mira a Rosario Central, sino que no se pierde nada. Lo apasiona. Toda su vida fue a la cancha. Y cuando no está ahí, le encanta hablar sobre el tema. Cuenta anécdotas sobre el Central que ganó todo entre los 70′s y 80′s.
Julio y una vida cerca del fútbol
“Cuando podía nos llevaba a todas las canchas. Boca, River, a todas. Esos eran nuestros fines de semana, La pandemia lo alejó de las canchas, pero no del fútbol. Lamentablemente se profundizó su enfermedad. Cuando volvió el fútbol quería ir a la cancha. Y así fue. Lo llevamos contra Racing y en esta última fecha, ante Huracán”, continúa Gisela, que además es periodista.
Llevarlo al último partido no fue fácil. Su estado de salud había empeorado. Julio le dijo a Gisela de ir a la cancha. La respuesta de su hija fue negativa. “No estaba bien”, admite. Pero su padre la convenció con cinco palabras: “En la cancha soy feliz”.
“En este último partido de local él no venía bien de salud y me pidió ir a la cancha. Primero le dije que no, porque no estaba bien, pero acepté cuando me recordó que ahí es feliz. Ustedes lo tienen que ver cómo está cuando entra a la cancha. Mira la tribuna enamorado. Ama el fútbol”, detalla.
Marco Ruben, su conexión máxima con Rosario Central
Julio tiene una memoria perfecta cuando se trata de Rosario Central. Así lo confirman sus hijas. Y, sobre todo, cuando se trata de Marco Ruben, ídolo y leyenda del Canalla. “Conoce todo de Central”, asegura.
“Los médicos me dicen que lo llevemos a la cancha, que si le hace bien no le quitemos eso. Para los que vemos el fútbol con otra mirada, entendemos que va más allá de lo bueno y de lo malo. No solo son 22 jugadores en una cancha. Es otra cosa”, cierra Gisela. Como la historia de Julio, un hincha que tiene fe hasta el final.
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